Por María Bustabad · Licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y Master en Nutrición
Cuando el bebé cumple los seis meses y empezamos a introducir la alimentación complementaria, a los padres nos surgen un montón de dudas y algunos contratiempos que nos preocupan.
No es el problema más habitual pero sí es cierto que hay un porcentaje de bebés que rechaza la comida triturada. Esto ocurre cuando empezamos a presentar las primeras papillas de frutas y verduras.
Las primeras veces es normal que el bebé muestre sorpresa al tomar contacto con alimentos en papilla, ya que es novedad tanto en sabor como en textura. Si tras ofrecérsela en varias ocasiones el bebé sigue rechazándola es probable que no tenga intención de ceder y aceptarla fácilmente.
¿Cómo debemos actuar frente a esta situación?
Lo primero de todo, y como siempre aconsejo en cualquier caso en el que nos encontramos con un problema o un rechazo en alimentación infantil, es no ser insistentes. Recordad siempre que no solo estamos alimentando al bebé, sino que estamos educando en hábitos adecuados que sentarán las bases de sus alimentación y nutrición a lo largo de su etapa de crecimiento e incluso de vida de adulto. No forzar es importantísimo, y es conveniente tenerlo siempre presente.
Es posible que solo sea una etapa de adaptación y acepte estas nuevas texturas un poco más adelante. Si creamos situaciones de tensión frente a la comida, al momento de sentarse a la mesa o a la hora de enfrentarse a algún tipo de alimento, los resultados no serán favorables en cuanto la relación con la alimentación que en el niño se está formando.
Estrategias para vencer el rechazo
Si el bebé está en una situación de desarrollo y nutrición adecuada, podemos actuar con paciencia y varias estrategias:
- Por un lado, revisaremos su posible alimentación fuera de horas de comida de forma que no haya “picoteos” que puedan hacerle disminuir el apetito cuando llega la hora de la papilla. Eliminando las comidas extra, hacemos que el niño llegue a la mesa con más ganas de comer, por lo tanto, será más fácil que acepte lo que se le ofrece.
- Prestar atención a la cuchara con que se le ofrece la papilla es algo que no solemos hacer. Elegir la cuchara adecuada puede ser determinante. Las cucharas metálicas no suelen ser de su agrado. Una cuchara con un tacto más agradable, y con forma más redondeada que recoja bien el alimento, suele dar mejores resultados.
- Recordad siempre que los niños aprenden muchas cosas solo por imitación o porque nos las ven hacer a nosotros. Si queremos que pruebe una textura que en principio parece que rechaza, puede ser buena idea probar nosotros esa papilla delante del bebé (y poner buena cara, por supuesto). Eso también nos puede dar una idea de la percepción del alimento por el niño. Si a nosotros el sabor o la textura no nos está pareciendo agradable, es posible que la bebé tampoco. Podemos ajustar los ingredientes e intentar hacerla más apetecible. Lo mismo pasa con la textura. Puede ser que el grado de triturado no sea suficiente , tenga grumos o trocito que el niño rechace. Podemos probar a hacerla un poco menos espesa, o a pasarla por la batidora un poco más. Cada niño es diferente y tiene diferentes gustos y preferencias, al igual que ocurre con los adultos. Probar, experimentar y darle oportunidades diferentes forma aparte del aprendizaje de la alimentación infantil.
- Déjale jugar con su comida. Ponle el puré o papilla en un plato que no se rompa y déjalo a su alcance. Es probable que meta las manos y luego se las lleve a la boca. Comerá poco y se manchará muchísimo (y también el suelo y las paredes). Pero si piensa que la comida es divertida estará más dispuesto a probar lo que le ofrezcas.
- Si ves que se pone tenso en cuanto empiezas a preparar la trona, babero, cuchara… Ponle un plato, una cuchara y un babero entre sus juguetes. Que pueda jugar y familiarizarse con ellos más allá del momento de la comida.
¿Y si nada funciona?
Si hemos probado todas estas cosas y aun así el rechazo se mantiene, podemos probar otras modalidades para mantener su alimentación:
- Darle semisólidos: podemos probar a ofrecerle alimentos que tengan una textura intermedia, es decir, alimentos sólidos que se puedan aplastar con un tenedor. Así conseguimos una textura diferente a las papillas que probablemente el niño acepte de buen grado. Muchas veces ese rechazo viene porque el niño observa nuestras comidas y le produce curiosidad. Si cogemos alimentos de nuestro plato y se lo presentamos de una forma similar y que ellos puedan probar sin problema ni peligro, seguramente tengamos más éxito.
- Probar el método Baby Led Weaning. Este método y sus posibles variantes, pueden ser de ayuda en estos casos ya que promueven la alimentación de los bebés basada en sólidos y evitando los alimentos triturados. En todo caso es una decisión muy personal que los padres debemos tomar con mucha información y evaluando todos sus pros y sus contras.
Sobre todo ten mucha paciencia, sabemos que no es fácil y no hay nada más desesperante para una madre que un bebé que se niega a comer. Y si te preocupa mucho no dejes de acudir al pediatra para confirmar que su estado nutricional es adecuado.